¿Cómo convertir la casa donde vives –sea propia o alquilada- en un hogar cómodo y confortable? Igual que hay espacios en los que, solo entrando en ellos, ya sentimos que nos abrazan y nos acogen entre sus paredes, hay otros que nos generan inquietud o desasosiego. ¿Y esto por qué? Aquí la neuroarquitectura tiene mucho que decir, y no lo decimos nosotros, sino que es algo que está estudiado desde varias décadas, porque la neuroarquitectura es la aplicación de la neurociencia a la arquitectura.
La neuroarquitectura fue desarrollada durante el siglo XX por Jonas Salk, un virólogo estadounidense que desarrolló la primera vacuna contra la poliomelitis. Salk estaba convencido de la importancia que la arquitectura podía tener sobre la mente humana, y en los años sesenta, construyó el Instituto Salk en La Jolla, California, un centro de investigación biológica considerado el primer referente de la neuroarquitectura. En muchos países se aplica la neuroarquitectura en la construcción y diseño de determinados espacios como hospitales o centros educativos. En España, aunque no está tan extendida, la Universidad Politécnica de Valencia tiene un grupo de investigación que estudia las inmensas posibilidades emergentes de la Neuroarquitectura.
El entorno influye en nuestro estado de ánimo
Los entornos en los que nos rodeamos pueden influir en nuestros pensamientos, en nuestras emociones y en nuestro comportamiento, porque tanto espacios como mente y cuerpo están relacionados. Pero, más allá de una simple moda o una tendencia, ¿qué es la neuroarquitectura y cómo podemos beneficiarnos de ella?
La neuroarquitectura parte de la idea de que podemos manipular los espacios arquitectónicos para influir en nuestro estado cognitivo-sensorial, tanto para crear malestar o inquietud como para generar espacios agradables, de descanso y concentración o de relajación. Algunas de las premisas que nos aporta la neuroarquitectura son básicas y otras difíciles de aplicar en una vivienda pequeña, pero te compartimos algunas premisas para que puedas aplicar los beneficios de la neuroarquitectura en tu vivienda y ganar en calidad de vida.
La naturaleza. Estar en contacto con la naturaleza es fundamental para nuestra salud física y mental. Por eso, cuanto más acerquemos la naturaleza a nuestro hogar, aunque vivamos en grandes ciudades, más notaremos los beneficios: llena tu casa de plantas y vegetación. Además de purificar el aire, cuidarlas te ayudará a relajarte y concentrarte en tus tareas.
El color. Que hay colores que influyen de una manera u otra en nuestras emociones es algo que lleva mucho tiempo comprobándose. Los colores cercanos a la naturaleza son los más adecuados para nuestro hogar. (Tonos tierra para los suelos, verdes y azules para las paredes).
La luz. Es fundamental que se respeten los ritmos circadianos, es decir, luz progresiva a lo largo del día y que decaiga por la noche. Una iluminación correcta (con luz natural o artificial) respetará estos ritmos.
Silencio. Evita ruidos y contaminación acústica en tu hogar: es una de las principales causas de estrés y malestar. Puedes probar con música que imite sonidos de la naturaleza (fuente de agua, sonidos de la selva, canto de pájaros, etc.)
Los espacios. Es fundamental el orden y la limpieza, pero también que tu hogar sea tu refugio y lugar donde descansar. Personalízalo para que te sientas como en casa.