Madrid tiene una arquitectura rica y variada, que muestra la evolución de la ciudad a lo largo de las últimas décadas y siglos. Sin embargo, con frecuencia se da el caso de edificios de renombre que pasan desapercibidos o peor aún, que quedan abandonados o en ruinas en medio del desconocimiento general.
Con anterioridad os hemos hablado de la Residencia de Estudiantes, el Círculo de Bellas Artes o la Fábrica de Cervezas El Águila, tres ejemplos de arquitectura del siglo XX que podemos encontrar en Madrid. Hoy os queremos hablar del Pabellón de los Hexágonos, una joya de la arquitectura contemporánea y una de las grandes obras desconocidas para el gran público que tenemos en la ciudad de Madrid.
Ganadora de la exposición universal de Bruselas de 1958
Obra de los arquitectos Jose Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezun, dos grandes arquitectos (discípulos de la arquitectura moderna que implantaron Corbusier, Mies o Alvar Aalto) el Pabellón de los Hexágonos ganó el primer premio en la exposición universal de Bruselas en el año 1958. Una vez finalizada la exposición, volvió a España, colocándose en la Casa de Campo de Madrid y siendo utilizada durante unos años como espacio para las ferias del campo. Durante la década de los setenta fue abandonado y así se ha mantenido hasta hoy en día, cuando ha comenzado a ser restaurado.
Ese mismo año de 1958, en la exposición universal de Bruselas, el Pabellón de los Hexágonos quedó por delante de otras reconocidas obras como el Atomium, hoy en día uno de los edificios más singulares y visitados de Bruselas. Que una obra arquitectónica española ganara un premio internacional en 1958 es un hecho destacable, sobre todo teniendo en cuenta que hacía apenas dos décadas que el país acababa de finalizar la Guerra Civil. Sin embargo, ha pasado completamente desapercibido, perdiendo la oportunidad de ser todo un símbolo arquitectónico por su originalidad.
Un ejemplo de arquitectura sostenible
Aparte de su singularidad en cuanto a diseño, el Pabellón de los Hexágonos es un edificio que se diseñó de forma sostenible, para adaptarse a los desniveles del terreno con una estructura hexagonal económica, que reflejaba la situación de dificultad por la que estaba pasando España durante esos años. Además, se ideó para poder adaptarse y cumplir con las difíciles condiciones de la parcela que le habían otorgado en la exposición de Bruselas, lo que hace mucho más meritorio el primer premio que recibió.
Se optó por la forma hexagonal, porque esta figura geométrica está presente en la naturaleza en múltiples formas adaptándose muy bien a los espacios. Esta fue la solución que idearon los arquitectos para poder salvar el gran desnivel que tenía el terreno, además de que otro de los requisitos es que no podían tocar ninguno de los árboles que allí había. Los hexágonos se van colocando llenando la superficie y van adaptándose generando un espacio completamente innovador para la época.
Otra de sus características es que es un edificio desmontable, y por eso pudo trasladarse a España una vez finalizada la exposición. Por todo esto, el Pabellón de los Hexágonos es un perfecto ejemplo de cómo un edificio puede adaptarse a la situación y al terreno, interactuando con el espacio. Desarrollado en los años 50, hoy en día estamos convencidos que hubiera recibido mucho más reconocimiento y sería una joya de la arquitectura sostenible
En la actualidad, una parte del Pabellón de los Hexágonos se está rehabilitando, aunque por motivos de la pandemia de la COVID19 se están retrasando bastante las obras. Habrá que esperar todavía para ver el resultado final y poder disfrutar de esta obra de la arquitectura contemporánea española.